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domingo, 24 de febrero de 2013

14 de Febrero.


Ya lo había imaginado, mis manos terzas y ojos palpantes tocando el cielo mientras mi canción favorita era elegida por el reproductor, comiendo dulces a montón y que más da, sonriendo ante el recuerdo y la despreocupación.
"Una terraza única", le dije mientras me tomaba de la mano, la mano cotidiana del sueño siempre cotizado, y en el recorrido a un intenso momento de pareja, paso a paso me cuestiono como terminé aquí.
suspiré, al terminar la ronda de conquista entre labio y labio, tomé su mejilla y volví a suspirar cuando puso su mano sobre la mía.
Era San Valenín, que más podía desear además de tenerle a mi lado, y pasar largas horas jugando con su greñudo cabello y dejarse llevar por la inspiración que generaban nuestros corazones.
Jamás olvidaría aquella terraza donde la luna era mi mirada, y el romanticismo fueron sus sonrisas, que bello 14 de Febrero, a pesar de lo comercial que fuese, este día reconocí la existencia del amor puro... únicamente tomándole la mano...
Ya lo había imaginado, una y otra vez, sintiendo el dolor de un pensamiento que nos persigue día con día...
Gruñendo hacia mi corazón inútil, pasaron las semanas, los meses y los años mirando cómo, a la misma hora de cada día, ese pelmazo la raptaba, y la complacía, la mimaba y la quería, en especial esos días de San Valentín, que para mi, significaban una golpiza monumental hacia mi cuerpo y mente.
Sin embargo, el corazón del enamorado es inmortal, o mejor dicho, masoquista, pues sin importar cuanto quería olvidarme de ella, me resulta tan imposible, como tener que vivir sin respirar, y aguantar toda una vida el aliento.
Lágrimas y más lágrimas, fuente humana que nunca para, reclamos y más culpables, hoy ya nada me parece importante, ni glamoroso, más sin embargo, tenía más esperanza que el huérfano de la esquina a quien en todas navidades, le daba ropa y juguetes, pero ese no es el punto, simplemente... la extrañaba y la amaba más que a nada...
La siguiente canción de reproductor era la que menos deseaba, la que más me cambiaba y me lastimaba, recordándome mis fracasos amorosos y regañándome por estar ahora con un tipo más...
Demonios, recordé aquel día de despedida en la clase, él y sus rosas de papel, tocando una desafinada trova y declarándose estúpidamente enamorado... arruinándome el día y la vida desde entonces...
Otra vez me maldecía, por qué pensar en Andrés mientras le entrego mi amor a este chico modelo, y por qué el reproductor no dejaba de emitir la misma canción, y se me fueron las horas...
Otro 14 de Febrero, otra golpiza que marcaría records, moretones y cicratrices que no sanan... la miraba a ella desde una terraza bastante florida e intensa, con su globo de corazón gigante, sus rosas y y peluches provenientes de hipócrita sin corazón, a quién le tenía envidia, mucha envidia desde el rincón de la soledad.
Tomaba vino, me hacia sentir elegante y fresco, y ese día lo disfrute entre grito y grito durante horas, cantando, bailando, y dejando a mi cuerpo hacer lo que quiera.
En el interior, yo sabía que estaba en muy mal estado, necesitaba cambiar, ver a nuevas personas, hacer otras cosas, pero hoy en San Valentín, eso no me interesaba, es un día para concentir a mi desamor...
Un día tal ves, ojalá no en un 14 de febrero, ella me extrañe... y pueda volver a mirar el cielo, tranquilo de que no se irá...

Autor: Braulio Solano Valencia

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